Capítulo 1: Clanes y Cabales
Cuando los dioses retiraron su protección, los aventureros quedaron a su suerte. Para sobrevivir, se unieron en amistad, sangre y destino compartido, formando los primeros clanes. Algunos lucharon para defender a los inocentes, mientras que otros buscaron poder a través de alianzas, asedios y guerras. De este caos surgieron dos cabales rivales: los Señores del Alba y los Revolucionarios del Ocaso. Cada uno prometía una visión de utopía —uno mediante el dominio, el otro mediante la rebelión. Los clanes juraron lealtad, y sangrientas guerras se libraron por las piedras de sello, las catacumbas y el control de los Siete Sellos. Sin embargo, con el tiempo, la fe en sus promesas vacías comenzó a desvanecerse.
Capítulo 2: Surgen los Héroes
A medida que los cabales se debilitaban, el poder de los clanes creció aún más. Entre ellos aparecieron los Noblesse y los Héroes, aventureros de fuerza y liderazgo incomparables. Estas figuras inspiraban respeto dentro de los cabales, aunque muchos buscaban su propio camino: derrotar monstruos, liberar oprimidos o incluso rehacer el destino de los mismos cabales. Los clanes liderados por Héroes se volvieron dominantes y, junto a sabios señores, buscaron un nuevo equilibrio —uno que fortaleciera a los clanes, elevara a sus miembros y diera estructura al mundo fragmentado de Aden. Así comenzó una transformación.
Capítulo 3: Honor y Dedicación
En Oren se probó un nuevo tipo de sistema de clanes: estructurado, fortalecido y apoyado por los gobernantes como columna vertebral de la defensa de castillos. Estos clanes reformados fueron reconocidos como la principal fuerza militar de los territorios. Servir a un clan se convirtió en sinónimo de ganar honor, fama y riqueza. Así nació la Academia de Clanes —un lugar donde los veteranos entrenaban a nuevos aventureros, uniendo generaciones mediante la lealtad y la sangre. Por primera vez, los clanes se convirtieron no solo en refugio, sino en una forma de vida.
Capítulo 4: La Era de los Clanes
Lo que comenzó como simples grupos de camaradas creció hasta convertirse en poderosas organizaciones de honor y orden. Los clanes ahora definían guerras, economías y destinos. Cada victoria en un asedio o incursión traía gloria no solo al aventurero, sino al clan entero. Ya no era una era de aventureros dispersos. Era la Era de los Clanes. Unidos por la lealtad, la ambición y el sacrificio, los miembros juraron un Juramento de Sangre: vivir y morir por su clan, y por el legado que forjaban juntos.